La formación de su carácter
De entre las cosas que el hijo tiene gran necesidad, figura el cuidado aportado a la formación de su carácter, dado que él evoluciona según como le acostumbró el educador en su infancia como por ejemplo el enfurruñamiento, el enfado, la inoportunidad, la precipitación, el libertinaje, la soledad.
En la edad adulta, es difícil desistir de estos defectos. Estos caracteres pasan a ser para él las características y las actitudes profundamente arraigadas en él. Cualesquiera que sean los esfuerzos que él realice para disimularlos, terminarán por traicionarle. Por esta razón, se constata que la perversión de la mayoría de la gente se encuentra su origen en su educación de base.
El hijo comienza a discernir las cosas
Del mismo modo, cuando el hijo empieza a discernir las cosas, es necesario ponerle en refugio de los lugares de frivolidad, de vanidad, de música, de escuchar obscenidades, de la herejía y de las ideas malvadas, dado que si él se apega [a ellas], le será difícil despegarse una vez adulto y bien doloroso para su tutor retirarle [de ellos]. Cambiar las habitudes es una de las cosas más difíciles. Ello exige al hombre que renueve otra naturaleza. Separarse de la ley de costumbre es extremadamente difícil.
Disuadir mucho al hijo en recibir las cosas de los otros
Conviene al tutor del hijo disuadirle mucho en recibir las cosas de los otros, ya que si él coge este hábito, lo guardará y solo aprenderá a recibir sin dar. Es necesario acostumbrarle a la generosidad y a la donación: cuando el tutor quiere hacer una donación a alguien, que él se lo dé y le confíe la misión de dar para que él saboree el placer que hay en donar. Debe protegerle contra la mentira y la perfidia mejor que él le proteja contra el veneno mortal, ya que facilitándole la mentira y la perfidia, pone en peligro su felicidad en ésta vida y en la del más allá y le priva de todo bien. También debe ponerle en refugio de la pereza en desocupación, de la facilidad y de la ociosidad e incitarle a adoptar una actitud opuesta [a éstas]. Solo le proporciona el descanso lo que le va continuamente a ocupar físicamente y mentalmente. La pereza y la desocupación tienen dos consecuencias nefastas e implican pesares amargos, mientras que el esfuerzo y la pena tienen consecuencias loables, tanto en ésta vida, como en la del más allá y en los dos reunidos: el más ocioso será el más cansado y viceversa. La supremacía en ésta vida y la felicidad en el más allá se adquiere solo después de un duro esfuerzo. Yahia Ibn Kathir dijo: “No se adquiere el conocimiento con la indolencia”.
Habituar al hijo a levantarse [para rezar] en la última [parte] de la noche
Se debe también habituar [al hijo] a levantarse [para rezar] en la última [parte] de la noche, ya que a esta hora se reparten los botines y la distribución de los precios, hay quienes tienen una pequeña parte, otros una grande y otros son totalmente privados. Si él coge esta costumbre siendo pequeño, le será fácil hacerse adulto.
Proteger al hijo contra el exceso de comida, de hablar, de dormir y de las frecuentaciones
Se le debe proteger contra el exceso de la comida, de hablar, de dormir y de las frecuentaciones, ya que éstos excesos son el origen de pérdida y hacen perder al hombre el bien de ésta vida y del más allá. Hay que proteger mucho [al hijo] de los perjuicios de las inclinaciones desenfrenadas vinculadas al vientre y al sexo. Poner a su alcance los medios y las facilidades de acceso a sus pasiones, es destruirlo a riesgo de no poderlo recuperar después. Cuantos son los que causaron la desdicha de sus hijos [que tienen una patria de ellos mismos] en ésta vida y en el más allá haciéndoles negligentes, sin educarles bien y ayudándoles a satisfacer todos sus placeres, bajo el pretexto de honorarles mientras que les humillan, o de tenerles piedad mientras que los dañan y perjudican. Así, no se beneficia de este hijo y lo priva de su parte en ésta vida y en la del más allá. Si se analiza el caso de los hijos depravados, se percibe que generalmente son numerosos los padres que llevan la mayor parte de la responsabilidad.
Evitar que el hijo consuma todo lo que es propio a disipar
Hay que evitar permitirle consumir todo lo que es propio a disipar la razón como las bebidas embriagadoras y otros, como autorizarle la frecuentación del que se teme que corrompa su natura, es necesario prohibirle que le dirija la palabra o que reciba de él sea lo que sea. Todo esto no solo puede ser nefasto para el hijo. No hay nada más destructor para los hijos que la indiferencia, la negligencia de los padres a su aspecto y el fuego que ellos atizan fácilmente sobre sus vestimentas. La mayoría de los padres utilizan, inconscientemente, frente a sus hijos, los métodos más funestos, similares a los que el enemigo irreducible utiliza contra su adversario. ¡Cuántos son los padres que privaron a sus hijos del bien de los dos mundos y les expusieron [al peligro] de ésta vida y la del más allá!
Evitar hacer llevar seda al hijo
Es necesario evitar hacerle llevar seda, dado que ello le corrompe y le afemina. Aunque el niño no sea responsable de sus actos, no le es lícito a su tutor, que es su responsable, permitirle lo que está prohibido. Él cogerá la costumbre y luego difícilmente podrá abandonarla. Tal es lo más exacto de las dos opiniones de los sabios al respecto.
Detectar los dones del hijo y ver cuál oficio podrá más tarde, beneficiarle
Conviene también observar las inclinaciones del hijo para detectar sus dones y ver cuál oficio podrá más tarde, beneficiarle. Así se sabrá si tiene una predisposición para una cosa determinada y no se le alejará hacia otra mientras que tal cosa esté permitida en el Islam, ya que si se le fuerza a hacer lo que no tiene predisposición; no le saldrá bien y se le habrá privado de una mejor oportunidad, más conforme a sus disposiciones. Si se observa que él es inteligente, despierto, dotado de buen sentido, de una buena memoria y de una buena voluntad, eso demuestra los signos de su receptividad y la predisposición por el saber.
Si en revancha, no es el caso y él muestra la predisposición por la equitación y la disciplina adicional tal como la imbricación, el disparar y el juego de lanza y no tiene dones particulares por los conocimientos teóricos, se le da entonces la posibilidad y los medios de explotar sus capacidades físicas.
Si las actividades físicas tampoco son su fuerte y se observa que él tiene una inclinación y predisposición particulares para un oficio cualquiera, permitido y útil para la gente, se le da la ocasión de ejercerlo.
Todo esto debe ser hecho después de haberle enseñado las cosas esenciales de su religión, dado que éstas bases están al alcance de todo el mundo, para que el argumento de Allah –alabado y ensalzado sea- se realice en el siervo, porque así como Allah colma a sus siervos de bendiciones, también tiene sobre ellos el argumento decisivo. Y Allah sabe más.
Extraído de: www.oummietmoi.net
Fuente: Preceptos del recién nacido por Ibnu Al Qayyim Al Jawziyya
Traducido por Ummu Darda Al Andalusiya
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